jueves, 8 de marzo de 2012

Siete años

Esta tarde ha tocado desempolvar recuerdos y vivencias gracias a un sinfín de fotografías que han traído a mi memoria muchos momentos emocionantes. Parece como si el tiempo no pasase y fuese aún ayer cuando en uno de los pasillos de la planta superior del edificio de Secundaria unos cuantos “locos” semanasanteros del colegio nos dábamos cita en un cambio de clase para celebrar la primera reunión de lo que después sería el grupo del Perdón. Allí repartimos tareas y organizamos el primer Vía Crucis de los estudiantes.

¿Os acordáis de aquel primer jueves de Perdón? Qué nervios y qué emoción contenida se respiraba en aquella sala de música del padre Villoslada. La lluvia, leal enemiga de toda procesión, quiso dejarse notar para indicarnos que aquella aventura no iba a ser fácil y que nos caería más de un chaparrón. Pero esa tarde, tenía que ser benévola con nosotros, no podía chafar el estreno, no podía tirar por tierra todas las ilusiones depositadas en aquella empresa. Y tuvimos suerte. Nos hizo un anochecer maravilloso. El Cristo del Perdón, así bautizado por nosotros (aún recuerdo una conversación con Pedro en aquel aula del laboratorio, convertido en nuestro cuartel general), recorrió los patios de la SAFA portado sobre las manos de unos valientes y fuertes jóvenes costaleros. Los momentos de reflexión del Vía Crucis se mezclaban con los sonidos de aquella primera banda de tambores y cornetas. Nuestra entrada en la Iglesia, con aquel grupo de música de cámara ponía final a unas semanas de intensos preparativos. Aquel día no se nos olvidará a más de uno... los faroles del Santo Entierro y la campana de la Buena Muerte abriendo el guión ya forman parte de lo más arraigado de nuestros enseres procesionales.

Pero, ¡cuánto ha evolucionado todo! El segundo año fue la prueba de fuego. Aquello ya tenía forma: reuniones, preparativos, ensayos. Fue nuestra primera salida de la Iglesia. Aquellos días previos a más de uno nos hicieron dudar, pero nosotros estamos hechos para aguantar lo que nos echen. La capilla de nuestro Cristo se llenó de gente que volvía a acudir a la cita y pudimos disfrutar de otra gran jornada.

Sin duda, el tercer año, nuestro III Vía Crucis fue un salto cualitativo en todo. Ese año, y estaréis conmigo, conseguimos hacer magia. Faltaban escasos días cuando decidimos que ya era hora de darle un “trono” a nuestro Cristo. Viaje a Peal de Becerro incluido, una idea esbozada en una servilleta se materializaba en las andas del Perdón gracias a la tenacidad y entusiasmo de cofrades voluntariosos y sin límites. ¡Qué tardes en el taller de tecnología! Aquello era Hermandad: soldando, lijando, barnizando, tapizando… El resultado fueron unas decentes andas que consiguieron emocionarnos al ver como los hombres de mantenimiento –mil gracias siempre por vuestra labor y ayuda- colocaban al Cristo sobre ellas. Después de eso vino el poner unas tablillas de contrachapado para darle forma y permitir revestirlo todo con una tela roja encontrada no sabemos dónde pero que ya se ha ganado un lugar en cada tarde del Vía Crucis. Faltaban unas flores que adornasen aquello, y aún recuerdo como preparamos un pequeño exorno de claveles rojos a los pies de la cruz. La Iglesia, ya habíamos decido salir de nuestra capilla, se quedó pequeña y la gente se entusiasmó con los avances. La noche de aquel marzo significó mucho para todos nosotros: el proyecto se consolidaba.

Al año siguiente, la cosa adquirió notables mejoras. Este que escribe ya había dejado de estudiar en su colegio y presumía de ser un novato universitario, pero la cita del Vía Crucis figuraba en la agenda marcada en rojo… así lo ha sido siempre. Las andas ya eran un trono con mayúsculas: faldillas, varios centros de flores, velones en las esquinas… el inmenso guión abierto por una cruz de guía (aún recuerdo la primera que nos acompañó el segundo año, una de los penitronchos de Jesús) se llenó de velas portadas por los asistentes. Aquello se remató con el tradicional desde entonces aperitivo-convivencia posterior a la jornada. No me quiero olvidar de aquel escudo que estrenamos ese día, ni de aquellas camisetas azules…

El quinto Vía Crucis se vio sorprendido por la lluvia a mitad de recorrido. Pero las esperanzas se mantenían intactas. El proyecto iba adelante, ya teníamos hasta nuestros carteles y recordatorios (en realidad los tuvimos desde el principio… ¿recordáis aquel primer cartel en blanco y negro pegado por los pasillos o aquella primera invitación para asistir por la tarde al Vía Crucis?). Toda la celebración había ganado en su conjunto: la magnífica coral joven, los textos del Vía Crucis, los enseres, la participación… hasta la banda de tambores y timbales que tantos debates ha originado.

El año pasado, el tiempo nos regaló una de las mejores tardes de Jueves de Perdón que yo recuerdo. Otra vez la Iglesia se quedó pequeña y pudimos disfrutar de un gran Vía Crucis. Estrenamos nuestra propia y definitiva cruz de guía, donde las manos de amor con las que se realizaron ya están para siempre marcadas en esas tablas. Las cuadrillas de costaleros volvieron a funcionar a la perfección: desde los más pequeños a los mayores.

Ahora toca el VII Vía Crucis. Casi nada. Escasean ya los días para que nos volvamos a reunir nuevamente en nuestro colegio: actuales y antiguos alumnos, profesores, padres, personal SAFA y demás fieles. Quiero dar las gracias a todos aquellos que habéis contribuido durante todos estos años a este gran proyecto. Juntos hemos conseguido grandes cosas, y seguiremos consiguiendo nuevas e ilusionantes metas en un futuro. La amistad y la hermandad que hemos ganado es lo más importante, esos vínculos no desaparecen con el paso del tiempo. Nuevamente, gracias por todo lo que me habéis permitido vivir y por todo lo bueno que me habéis regalado. El próximo jueves 29 de marzo tenemos una cita con nuestro Cristo del Perdón.

Allí nos vemos.

Antonio José Campos Martínez.

1 comentario:

  1. Gracias, yo también acabo de revivir algunos de esos recuerdos de los qué hablas, como la primera salida desde la clase de música, las ideas sobre la posible futura banda,...e incluso recuerdo qué los días previos a semana santa, en los qué todos nos ponemos un tanto nerviosos al ver qué nuestra semana grande se acerca, algunos profesores como Antonio Ángel paseaba incienso por los pasillos haciendo más amenas aquellas mañanas tan eternas plagadas de conversaciones , deseos, ideas , propuestas,y sueños relacionados con ese cristo del perdón o cristo de los estudiantes qué de alguna o de otra manera , forma parte de nosotros.

    Sergio Glez

    ResponderEliminar